Santiago Trancón – A propósito del despropósito de la Hispanic Society

Aprovechando que el Pisuerga de la Hispanic Society pasa estos días por Madrid, quisiera desahogarme un poco y, como dijo Calderón por boca de Segismundo, «sacar de mi pecho, un Etna hecho, pedazos del corazón». Pocas cosas me enfurecen tanto como el comprobar la destrucción de nuestro patrimonio artístico y arquitectónico, un fenómeno que viene de lejos, pero que sigue hoy, como prueba, por ejemplo, la destrucción de Lancia, denunciada una y otra vez por la asociación Pro Monumenta.

Sobre la Society ya ha escrito aquí un excelente artículo Julio Llamazares, que sitúa el asunto en su lugar y justo término: el del saqueo y el latrocinio, como bien le explicó Erik el Belga en persona. Entre la rapiña que el magnate Huntington, fundador de la Society (una sociedad privada), llevó a cabo con aparente legalidad, pero con total impunidad y alevosía, señala Llamazares, «47 sitiales procedentes del monasterio de Carracedo, en el Bierzo, dos esculturas de plata del orfebre leonés Juan de Arfe, así como una preciosa talla cacabelense de San Martín o monedas con el sello de la primera reina peninsular que acuñó moneda, la célebre doña Urraca».

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