Santiago Trancón – Falacia de la singularidad

La falacia es un embuste, una argucia, una patraña con la que se pretende encubrir algo falso para que parezca verdadero. Susana Díaz, para contrarrestar la deriva plurinacionalista de Pedro Sánchez, ha dicho que es partidaria de reformar la Constitución para reconocer la singularidad de Cataluña (y suponemos que también la del País Vasco, Galicia y Andalucía, al menos). Frente a un roto nos propone un descosido. Pero, ¿a qué carallo llaman singularidad?

Singular es lo único, lo que en algo esencial se diferencia de otro o de otra cosa. Aplicado a las personas, quiere decir que cada individuo es único, porque hay algo esencial en él (desde el ADN a la conciencia de sí mismo), que es distinto de otro ser humano. Cada persona es una totalidad indivisible (individuo), diferente, distinta, singular. Eso no impide que comparta su condición humana con todos los demás y que, por lo mismo, tenga unos derechos humanos comunes entre los que se encuentra el derecho a que se respete su singularidad.

Hablar de singularidad para aplicarlo a una colectividad es, sin embargo, una aberración semántica. Lo singular no puede ser colectivo a la vez.

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