Antonio Robles – El silencio de Cataluña

¿Qué ha de pasar para que la sociedad tome consciencia de la cristalización fascista de la sociedad catalana? Y tome medidas.

Una fiebre por la identidad se ha apoderado del pulso de España. Ya no es sólo Cataluña o Euskadi, todas las latitudes sacralizan campanarios, tradiciones y ritos en detrimento de la sociedad política ilustrada. Muñoz Molina da cuenta de la estupidez en Andalucía con impotencia en “Quieren tradición”.

La patología en Cataluña, sin embargo, ha entrado en fase peligrosa. De la exaltación inicial por lo propio, se ha pasado a la sacralización de la tribu. Ya no importa el derecho, ni la ley, ni el bien común, ni la libertad política si se oponen a lo propio. Sólo se admiten adhesiones inquebrantables al clan. Pocos se atreven a disentir, una atmósfera de miedo transparente se espesa día a día, y el silencio negado simula la cobardía. Incluso para denunciarlo se silencia el nombre de Cataluña. Por miedo. Una inmensa metáfora de la profundidad del mal. Voy a ello.

El pasado sábado, el notario Juan-José López Burniol escribía un artículo en La Vanguardia que define con exactitud inconsciente la sutiliza del miedo. Sólo una sociedad pervertida por las peores técnicas de propaganda política de los años treinta puede explicar las causas del silencio. Y es que el nacional catalanismo de hoy ha refinado sus acciones totalitarias mediante la perversión del lenguaje y la incorporación fraudulenta de valores democráticos que cada día desprecian

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