Santiago Trancón – Trampa a la vista

Quisiera escribir y aplicar mi mediana capacidad reflexiva a cualquier otra cosa. Pero ahí está, insistente, obsesiva, la realidad política que se impone con su crudeza, su tozudez, su resistencia a ser analizada. El ejercicio de la razón tiene su ritmo, sus reglas en busca de cohesión y coherencia. El ritmo de los acontecimientos es otro, sigue otras reglas que apenas podemos captar y comprender porque no responden a la misma lógica, sino a esa otra invisible, inaprensible que es “la fuerza de los hechos”.

Dicho de otro modo: la fuerza de la realidad. Tan despreciada, tan arrinconada, tan ignorada, sin embargo, ahí está, imponiendo a todo lo demás la consistencia de su propia materialidad, su dinámica interna, algo así como el movimiento de las placas tectónicas, sometidas al empuje del magma en combustión, ese fuego que late en el corazón de la Tierra.

Que la realidad, al ofrecer su resistencia, se haya convertido en nuestra última esperanza, en salvaguarda de lo más valioso que tenemos, la unidad y la convivencia, no debe hacernos olvidar hasta qué punto es frágil el equilibrio y la cohesión social, el orden y la integración que un sistema democrático como el nuestro logra establecer.

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