El cielo del atardecer del 21 de octubre pasado, en la ciudad de Barcelona, es rojo sangre. Las nubes, diseminadas y traslúcidas, están siendo atacadas por las llamaradas del sol que va cayendo sin remedio dentro de las fauces del mar. En el Camp Nou, el bullicio del partido del Barça-Málaga, y en el paseo de Les Corts, la manifestación en pro de la excarcelación de los ‘Jordis’ deshilachándose en una profusión de ‘esteladas’ a hombros de jóvenes y gentes de buen ver.
Desde buena mañana, cerca de allí, en una esquina de la Avenida de Madrid (casualidad) un nutrido grupo de personas, reunidas en el centro cívico Pere Quart, están fundamentando un nuevo partido político, de nombre dCIDE (Centro Izquierda De España) como refugio en sus huidas de otras formaciones (Pesoe, UPyD, Ciudadanos, y del viejo PC) Son los rojos del tardofranquismo aquel. Al menos cinco leoneses entre la representación de varias regiones, saludan al cronista y a Ana, su mujer. Miguel Barajas, Santiago Trancón. En medio de la discusión, se hace el silencio y alguien comunica a la asamblea que el gobierno central ha decretado la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución. Los enseñantes, muchos de los presentes, certifican que ha llegado el momento de rescatar las competencias en educación y terminar con el incumplimiento de la ley que permite la enseñanza en castellano a quienes así lo deseen, y que nunca se cumplió.
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