Santiago Trancón – Imágenes al tuntún

Como tengo tantos temas sobre los que podría hilvanar o tejer este texto, pasquín, hoja volandera o volátil, voy a hacer un experimento y escribir, hablar, farfullar o balbucir sobre las primeras imágenes que me lleguen a la cabeza, a esa inasible pantalla interna que no cesa de emitir en onda corta, día y noche, reclamando nuestra atención. Me ahorro el esfuerzo de tener que discriminar y elegir un tema relevante, siéndolo casi todos y, por lo mismo, ninguno verdaderamente importante. Así que voy a ello.

Imágenes al tuntún, expresión que al parecer viene de ‘ad vultum tuum’, o sea, a bulto, a voleo, donde el ‘tuum’ puede resultar sutilmente obsceno. La primera imagen que me llega del fondo de la retina es la de Inés Arrimadas, a la que, después de verla en el circo del hemiciclo catalán dirigiéndose a la turbia Forcadell, juntando las manos, suplicante y mística, no puedo dejar de llamar en adelante sor Inés Arrimadas, envuelta en una aureola de inocencia que hasta puede quedar muy arrebatadora en un cuadro de la purísima concepción. Con qué elegancia junta las manos y las empuja una y otra vez hacia delante, queriendo ser incisiva, pero vista de lado resulta implorante, ella abajo, la otra monja, sor Forcadell, arriba, con el rostro ya indeleblemente agrio y avinagrado, negándole lo que suplica, no sabemos qué.

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