Santiago Trancón – La hora de los necios

No hace mucho escribí un artículo titulado “La hora de los cabestros”. Vuelvo ahora con la hora de los necios para ajustarla al huso horario del verano y no perder el hilo con que me devano los sesos tratando de comprender qué sucede a mi alrededor.

Y a mi alrededor sucede que se suceden muchos necios, necios de profesión y en procesión, pasando delante de mis ojos, que para eso se inventó la pantalla doméstica, para domesticarnos y acostumbrarnos a la necedad como lo más propio de la especie humana, en especial la especie política, una variedad acendrada de la especie humana en extinción.

Defino y me defino, para que se me entienda mejor. Digo necio, a lo cervantino, por ser palabra “sonora y significativa”, un precipitado semántico que nace del desnate de ignorante, incapaz, terco y obtuso. Me ahorro así el insulto crudo, que queda mal en estos tiempos de pura impostura, de compostura televisiva y mediática, de ten mucho cuidado con meter la pata o decir una palabra más alta que otra.

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