Pablo Gómez-Juárez – Perversión política de la seguridad ciudadana

Como España no es una “nación de naciones” –a pesar de lo que diga ese nuevo ‘facilitador’ del nacionalismo llamado Pedro Sánchez–, la descentralización que se produjo en este país nunca debió llegar al extremo de crear una policía propia para el País Vasco (1982) y otra para Cataluña (1983), con funciones plenamente sustitutivas del Cuerpo Nacional de Policía. No existía ninguna razón por la cual se considerase necesaria la fundación de unos cuerpos de policía con operatividad jurisdiccional específica para sendas regiones, salvo una: el control directo de la seguridad ciudadana y el orden público por parte de los políticos nacionalistas que allí mandaban.

A su vez, la presencia continua de la policía autonómica en las calles –en detrimento de la estatal– facilitaba muchos resortes para la recreación de una “construcción nacional” (sirva la utilización de esta expresión típica del lenguaje nacionalista para ilustrar la idea que quiero significar).

Estas dos policías, la Ertzaintza y los Mozos de Escuadra (Mossos d’Esquadra), siempre han disfrutado de mejores condiciones retributivas y materiales que los dos cuerpos de policía nacionales (CNP y Guardia Civil), lo cual resulta totalmente injusto y produce bastante indignación

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