El decreto de Plurilingüismo del gobierno valenciano del 27 de enero de 2017, que supone una inmersión parcial, será el Caballo de Troya del imperialismo lingüístico catalán en la Comunidad Valenciana. De raza le viene al galgo, lo preside Ximo Puig (PSOE), y cuya consejería de educación la ostenta, Vicent Marzà de Compromís, un partidario de la independencia de Cataluña y de la entelequia de els països catalans.
Si hasta ahora los padres podían elegir libremente la lengua en que mayoritariamente querían estudiar sus hijos, ahora será el consejo escolar con mayoría de 2/3, o la propia dirección del centro, si no se alcanza esa mayoría, quienes determinarán en qué idiomas deberán estudiar sus hijos. Detrás de esa voluntad de despojar a los padres del derecho a elegir la lengua vehicular de sus hijos, se busca convertir el valenciano en la lengua prioritaria de la enseñanza y relegar al castellano, progresivamente, a un segundo plano. El modelo es un falso trilingüismo diseñado para priorizar la enseñanza en valenciano.
El juego de manos para llevar a cabo el atropello es un laberinto de seis itinerarios donde mediante el cebo del prestigio del inglés se induce sibilinamente a los padres a escoger el modelo donde se imparten más horas en este idioma. Es decir, en los itinerarios de valenciano.
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