En el año 1999 abandoné el partido ante la persistencia en hacer la ola al nacionalismo, tras un par de décadas de genuflexión circunspecta ante las políticas nacionalistas que, a su vez, colaboraban por acción u omisión con el espacio político y social de ETA. Las dejaciones en materia de Educación, poniendo ese preciado instrumento al servicio de los fines del secesionismo tanto en Cataluña como en las Vascongadas y otras comunidades así lo demuestran y son la carga de la prueba de mis afirmaciones.