Joan Ferran – Milongas, no gracias

No nos vengan con milongas, lagrimitas, ni villancicos buenistas. En cualquier país europeo un individuo megáfono en mano, encaramado sobre la capota de un vehículo policial destrozado y arengando a las masas es carne de detención inmediata e interrogatorio. En cualquier democracia occidental -que se precie- impedir la labor y la libertad de movimientos de funcionarios públicos, que actúan a las órdenes de un juez, deviene un delito de obstrucción de la justicia. En cualquier parte del mundo excitar, e incitar, a una muchedumbre para que cerque, insulte y vilipendie a las fuerzas de seguridad puede conllevar consecuencias penales graves… ¿O no, amigos?

Pero desgraciadamente el nuestro es un país en el que abundan los papanatas, los pijoprogres con mala conciencia, los tibios y los aprovechados. Y mucho me temo que toda esa fauna va a acabar sobreactuando por los platós, jodiendo la convivencia y vendiendo falsas bondades para seguir perpetuándose.

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