Santiago Trancón – ¿Y ahora qué?

Podría escribir otro artículo. Podría repetir lo que he dicho y anunciado desde hace más de treinta años. Podría recoger cientos de afirmaciones escritas en cientos de artículos durante los últimos cinco años (por acotar el tiempo). Podría repetir los gestos de conmiseración con que han sido acogidos mis análisis y vaticinios por muchos, incluidos algunos de mis amigos, los que, aun pensando como yo, me han tachado de exagerado, alarmista, incluso de pirado. Los hechos, sin embargo, han ido dejando cortas mis reflexiones, mis premoniciones, no sólo para darme la razón (pobre consuelo), sino para sacarla de quicio, porque ni siquiera los hechos caben dentro de los márgenes de la razón.

Cuando los hechos empiezan a desbordar a las palabras, entonces significa que hemos entrado en otra fase, otro estado. Cuando se pasa del estado sólido al líquido, por ejemplo, las leyes cambian, nada de lo que vale para tallar una piedra sirve para manipular un litro de gasolina. Las leyes de cohesión, tensión, fluidez o capilaridad, cambian. Pues eso mismo sucede con una sociedad, puede pasar de un estado a otro. Los cambios pueden ser bruscos (una revolución) o lentos y graduales (lo más frecuente) hasta que se hacen evidentes e irreversibles. La paz y la cohesion social, así, pueden pasar de la estabilidad y el equilibrio, a la inestabilidad y el desorden. Los negacionistas, que suelen confundir pacifismo con cobardía, acaban siendo incapaces de distinguir una marea de un tsunami.

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