Barça, 1714 – Millet, 0

Ayer en Barcelona Fèlix Milletnos dejó claro ante el juez del caso Palau que la Cataluña de Pujol es la mafia. Unas horas después, en el Camp Nou, el Barça remontaba un 4-0 ante el PSG. Dos terremotos emocionales.

Ante el primero, el presidente de la Generalidad huyó como alma que lleva al diablo en la sesión de control parlamentaria; ante el segundo, le faltó tiempo para subirse a la ola del entusiasmo colectivo con el siguiente tuit:

No hay nada imposible. El Barça lo acaba de demostrar jugando al fútbol. Cataluña lo demostrará decidiendo su futuro.

Puede parecer una frivolidad relacionar el triunfo de un encuentro con la consecución de la independencia como atajo para tapar la pestilencia pujolista de 30 años de corrupción generalizada, pero delata un profundo calado en la formación emocional del catalanismo independentista. Lo han demostrado los medios públicos de comunicación esta mañana: el triunfo del Barça tapó por completo la cloaca del 3% de toda una época, suplantando la confesión de Fèlix Millet por un delirio colectivo inducido por la épica del Barça. Jordi Basté, de RAC-1, lo hizo monopolizando los informativos de las 9 de la mañana con narraciones en directo de los últimos 7 minutos del partido con enlaces mil, incluso de una emisora árabe. Después de 45 minutos cambié de emisora sin haber sentido palabra alguna del ladrón del Palau. La presentadora de Els Matins de TV3 se permitió incluso pasar del juicio: «Y lo de Montull, ¡qué más da!».

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