La verdad sea dicha

«Estos días, extraña coincidencia, he leído varios artículos políticos, de muy opuesta orientación, que compartían una misma y rotunda afirmación: «la verdad no existe». Uno habla incluso de «la dictadura de la verdad» y llega a decir que «esta feroz invocación de la verdad es sin duda el mayor enemigo de la libertad de expresión». Todo para acabar disculpando el asalto violento al aula Tomás y Valiente (asesinado por ETA) donde Felipe González y Cebrián iban a dar una conferencia. Con el mismo descaro proclamó P.Manuel I.Turrión (evitemos la homonimia) que este acto era una «prueba de salud democrática». Sí, todo es opinable y discutible, la verdad no es más que una entelequia… ¡y yo te pillé en la calle!

Estos ateos de la verdad luchan contra un fantasma, al que confunden con el dogma de la infalibilidad pontificia. Para ellos apelar a la verdad es un sacrilegio, un atentado contra la libertad de opinión. Esta idea religiosa de la verdad hace siglos que quedó desterrada, pero ellos siguen combatiéndola con furor clerical.»

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