Muchas páginas se han escrito desde que la enseñanza del español y el catalán en las escuelas e institutos (ahora también en las universidades) de Cataluña empezaron a ser un problema para élite nacionalista y un atropello a los derechos de los alumnos castellanoparlantes. Hay dos aspectos a los que no se ha prestado demasiada atención y son fundamentales para entender la transformación de la práctica educativa en un estado permanente de intransigencia, humillación, desprecio y ninguneo a la población castellanoparlante, población que numéricamente es mayoritaria y el castellano lengua común de todos los españoles. La observación y el trabajo continuo me llevan a considerar a las Federaciones de Asociaciones de Familia la clave en la construcción, desarrollo e implantación de un sistema educativo basado en el adoctrinamiento del alumnado y en el abandono meditado de lo que habría de ser una enseñanza bilingüe, es decir, aquella que emplea las dos lenguas como medio de formación o instrucción para conseguir la competencia requerida en la lengua de adquisición, la catalana (L2). La existencia de la FAPAC la mayor Federación de Asociaciones de Familias de Alumnos de Cataluña, separada de la española (CEAPA), es correa de transmisión y brazo ejecutor de los principios del nacionalismo en los centros educativos de Cataluña, hasta el punto que difunde y amplifica por todo el territorio comunitario las consignas de la CUP (Candidatura de Unidad Popular), Ómnium Cultural, ANC (Asamblea Nacional de Cataluña) y Somos escuela (“Som Escola”). Esta Federación acoge a 54 entidades defensoras de barrer el bilingüismo propio de la Comunidad Autónoma. Como he dicho, la FAPAC difunde los principios del nacionalismo más acérrimos a través de las Asociaciones de Familias de Alumnos que acoge. Esta labor le resulta cómoda y sus resultados son muy efectivos. Las AFAS (AMPAS), reúnen a familias de todo tipo en las grandes aglomeraciones urbanas, pero en el interior y ciertos centros considerados de “buen nivel” nos encontramos con que sus juntas directivas, o bien forman parte de la más rancia burguesía catalana independentista, o bien están dirigidas por los equipos directivos y, como sabemos, es entre el profesorado de Cataluña donde encontramos la mayor defensa de posiciones nacionalistas. Lo cierto es que se ha originado una élite privada dentro de la escuela pública sufragada con el dinero de todos los ciudadanos. El segundo aspecto al que no se presta demasiada atención, y hay que conseguir que se difunda ampliamente, es que el sistema educativo en Cataluña prescinde totalmente de los mecanismos de la inmersión lingüística poniendo en marcha lo que llamamos sumersión lingüística que no es más que impedir a los estudiantes usar su lengua materna (L1) con el objetivo de asimilar la lengua de la minoría. Esta práctica puede ir aderezada de falta de respeto a la lengua materna de familias y alumnos, de ninguneo, de desprecio o de total indiferencia. Al tema lingüístico se añade el complemento simbólico y cultural. El tema de los símbolos se ha zanjado abruptamente con un método similar al lingüístico, se prescinde de los símbolos de España en aras de la formación y asimilación de toda la simbología política de lo que el nacionalismo considera su país independiente. El tema de los símbolos de España es un cajón de sastre, ahí caben todas las injurias e improperios que, convertidos en “lemas progres”, se permiten pronunciar profesores y alumnos, no en la intimidad, a viva voz y en público, mucho mejor. ¿Por qué no hay respuesta contundente por parte de familias de alumnos que, sin dudar, no verán apropiada esta manera de adoctrinar con una historia inventada, que prescinde de la mínima objetividad y tira por la ventana todo lo que huela a historia de España y en una lengua que se pretende única y se deshace sin rubor de la lengua común a todos? En muchos casos es el miedo a discrepar de la mayoría de familias que temen posibles represalias sobre los hijos, pero sobre todo se trata de que la mayoría de familias de lengua no catalana provienen de clases sociales con estabilidad financiera endeble y poco nivel educativo. Por otra parte, encontramos familias extranjeras que no pueden de ninguna manera protestar porque la mayoría de información que les llega de los centros no la entienden. En este sentido también cabe señalar que el nacionalismo y las mismas Federaciones de AFAS han hecho un enorme esfuerzo por “vender” su ideología entre colectivos de inmigrantes que acatan sin más para lograr la aceptación del grupo. En definitiva, nos encontramos ante un monopolio de la educación por parte de una élite burguesa catalana y, lo peor de todo, es que no valen sentencias condenatorias pues no acatan ninguna y su victimización sale reforzada con ellas, al mismo tiempo que atomizan la fuerza que podrían tener en conjunto las familias de alumnos en Cataluña. No nos queda más que hacer un llamamiento a la razón y el sentido común de todos los padres y madres que valoren la educación de sus hijos para subvertir este orden feudal en pleno siglo XXI. Toda España debe entender que en Cataluña ni se lucha contra la lengua catalana, ni ha disminuido su uso, posiciones interesadas que Plataforma por la Lengua y séquito han lanzado como globo sonda para pisotear más los derechos lingüísticos de quienes no piensan como ellos. Barcelona, noviembre de 2021 Berta Romera Descargar artículo