A finales de los ochenta, ejercí una tarea tormentosa, la de delegado territorial de Educación en Alava, en el primer Gobierno de coalición PNV-PSE, con el ya fallecido consejero de Educación, el señor Recalde. Esta persona sufrió un atentado de ETA que por pura casualidad no acabó con su vida pues la bala que le dispararon le atravesó la mandíbula, cuando iba destinada a su nuca. Otro de los consejeros de la misma cartera, también socialista, el señor Buesa, no tuvo la misma suerte
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