Si algo es despreciable, digno de ser erradicado de nuestra democracia con los medios legales más contundentes, hasta el agotamiento de éstos, es la mentira en la educación y la utilización de los niños con fines políticos. Es la villanía más repugnante que se pueda encontrar en un sistema político, hasta el punto de desnaturalizarlo y dejar el bloque constitucional en mantillas, en su mínima expresión, en estado de agonía terminal.
Leer más