Antonio Robles – ¿A nadie le importa la verdad?

Lo único que se dilucidaba ayer en la comparecencia como testigo de Rajoy era la habilidad de unos por convertirlo en imputado, frente a la astucia del otro por zafarse del enredo. Dicen que el pulso lo ganó Rajoy, lo que es seguro fue el desprecio de ambos por la verdad.

Mientras, en el Parlamento de Cataluña, a la misma hora, se hacía otro tanto. Lo único que perseguían los secesionistas era la utilización del Parlamento para pasar por reglas democráticas lo que sólo son instrumentos sediciosos para dar un golpe de Estado Institucional por capítulos sin ser percibidos como lo que son, unos vulgares matones.

En uno y otro caso, lo único claro es el desprecio por la verdad y la honestidad.

No jodan con eso de la ingenuidad.

Estamos en manos de trileros institucionales. Si así es, La cuestión es por qué el sistema carece de instrumentos para neutralizar esta carcoma del Estado de Derecho. De hecho, los valores dialécticos más apreciados del sistema son los que dan un alto valor político al mangonear con maña las reglas para ponerlas al servicio del triunfo, no del trabajo bien hecho.

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